María – Escrito por Angelica García

MARIA 
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te
cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá,
será llamado Hijo de Dios” Lucas 1:35 

La concepción virginal y la maternidad de María ha sido un tema
controversial a través de los tiempos. Es un hecho inaceptable para la
ciencia, el que una mujer de esa época haya quedado embarazada y haya
dado a luz un hijo sin haber tenido contacto físico alguno con un
hombre. Se ha especulado y se han inventado muchas historias, pero la verdad es solo una:

María de Nazaret era una doncella, podemos darnos cuenta de que era
casi una niña cuando fue llamada por Dios para servirle, pues las doncellas
eran mujeres entre los 14 y los 17 años de edad.
María recibió la visita de un emisario de Dios, el ángel Gabriel,
quien le anunció que había sido elegida para ser la madre del Hijo de
Dios aquí en la tierra. El impacto debió ser tremendo para la
jovencita. 

¿Cómo era posible que ella fuera a tener un hijo si era
virgen?
La mujer que diera a luz al Hijo de Dios debía ser una virgen, porque debía
ser una mujer pura, pues para Dios, la pureza sexual, es un principio
sublime de santidad. Esto es lo que al mundo que no conoce a Dios, le
es difícil de aceptar.
La concepción de María, fue resultado de la intervención del
Espíritu Santo de Dios, de la manera como lo describe Lucas 1:35. 
Algo
intangible e invisible cubrió a María y ocurrió una fecundación
milagrosa, fue el gran poder de Dios el que obró en el cuerpo de María.
Lo que sucedió fue un hecho sobrenatural que escapa al entendimiento humano,
por lo tanto no es posible comprenderlo basándose en razonamientos científicos. Fue un hecho prodigioso que solo se puede discernir a través de la fe.
Para el mundo cristiano, María es la madre de Jesús, nuestro Redentor,
la más privilegiada de todas las mujeres.
Jesús poseía dos naturalezas, la humana y la divina. En su naturaleza humana, debía nacer como un ser humano, por lo que necesitaba nacer de una mujer y
ser criado como cualquier niño, con un padre y una madre. María
formó parte de la vida de Jesús, aunque solo de su vida terrenal. En su naturaleza divina, él no necesitaba de una madre, porque
era y es Dios mismo. 
Es un error llamar a María “madre de Dios”. En
primer lugar, porque Dios no puede tener una madre, de ser así no
sería Dios. Él es el Creador del universo, nadie lo creó. Se
creó a sí mismo. No tiene principio ni tiene fin. El argumento
de muchos es: “si María es madre de Jesús y Jesús es Dios, entonces
María es la madre de Dios”… Una deducción, aparentemente muy lógica,
pero errónea de acuerdo a lo que explicamos anteriormente: Jesús,
necesitaba de una madre terrenal para nacer como un ser humano,
por lo tanto, María solo fue un instrumento de Dios y su parte en la
vida de Jesús solo tuvo que ver con la naturaleza humana de él,
tenemos que comprender la diferencia. 
La Biblia, en ninguna parte
insinúa que María tuviera también una naturaleza divina. Ella era
una mujer obediente a Dios y reconocía que tenía la
necesidad de un Salvador: “Mi espíritu se regocija en Dios mi
Salvador” (Lucas 1:47). Todos necesitamos un Salvador, incluyendo a María.
Después de cumplir su misión, María llevó una vida normal de mujer
casada y tuvo más hijos. El haber concebido más hijos, ahora de una
manera natural, no le quita en absoluto sus virtudes y cualidades. El
concebir hijos dentro del matrimonio NO es un pecado, si así fuera,
Dios no hubiera instituido el matrimonio, no podría promover algo
pecaminoso, Él dijo: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se
unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24)
María se sometió a la voluntad de Dios y cumplió la misión que le
fue encomendada, como una sierva fiel y obediente, aun a costa de su
propia vida, puesto que en ese tiempo, las mujeres que se embarazaban fuera del matrimonio, eran apedreadas hasta la muerte.
Para los cristianos, la persona de María es un ejemplo de obediencia,
obediencia que deberíamos imitar. 
 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! 
El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. 
Lucas 1:28 



Escrito por: Angélica García Sch.
Para: www.mujerescristianas.org

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